Tu marca es cuestión de actitud

Si os preguntamos cuál es la parte más importante en la creación de una marca, quizás la mayoría diréis que el visual que le acompaña: El logotipo, los colores y la serie de normas sobre cómo estructurarlos… Otros a lo mejor decís que su lenguaje: El discurso que la define, sus reglas y cómo se articulan. En definitiva, el cómo vemos a la marca, como la escuchamos y también como la sentimos. Todo aquello que percibimos a nivel sensorial.

Cuando en Veintemillas desarrollamos marcas , entendemos la identidad visual, la verbal y sensorial como la definición de un cuerpo, pero sin el paso previo de definir su actitud, sería sólo eso, un cuerpo vacío y carente de vida. Como un Pinocho sin el soplo de vida que el hada le entregó como regalo.

El cómo vemos la vida es cuestión de actitud. Si enfocamos a las marcas como algo más que un mero producto, debemos entenderlas como algo más de lo que vemos y oímos. Es una forma de transmitir lo que somos, y por supuesto, lo que sentimos. Más incluso en nuestro sector. La gastronomía está basada en sensaciones que trascienden los sentidos y que se relacionan con nuestro trasfondo cultural y emocional. Con el vino pasa similar, entonces, ¿por qué tan poca gente piensa en el desarrollo de una identidad actitudinal cuando desarrolla su marca?

Entendemos a la identidad actitudinal como la vida que insuflamos a un cuerpo, como la forma en la que definimos cómo nos comportamos con quienes nos rodean.

Por ese motivo, la identidad actitudinal define de modo importante todos los comportamientos de articulación de una marca:

El comportamiento visual: La más obvia, define los elementos visuales que componen la marca así como sus normas de uso, pero todo el visual viene definido por la actitud. Nuestra coherencia, flexibilidad e incluso la firmeza en la adaptación de dichas reglas visuales, decidir las dominantes de color, la distorsión o rectitud en las formas. Eso queda definido por nuestra actitud.

El comportamiento verbal: No sólo necesitamos tener un tono de voz, sino una manera de articularlo y usarlo adecuadamente según los diferentes momentos, canales y audiencias. Cómo declinarlo y definir los límites hace que la actitud defina el comportamiento verbal de la marca.

El comportamiento social: La forma en la que transmitimos nuestros valores es la principal muestra de nuestra actitud. Cómo nos comportamos con los demás, cómo hacemos las cosas y todo lo que define nuestra forma de ser, tanto interna como externamente. Los contenidos que compartimos, las causas que defendemos, como nos posicionamos, el tipo de comunicación que hacemos, nuestra política de devoluciones y el sentido de nuestras acciones.

Es la actitud la que nos define. La base para la construcción de nuestra alma. En nuestro caso lo definimos a través de la construcción de una plataforma de marca sólida y completa, definir la personalidad y la marca como si se tratara de una persona, con alma, inquietudes y gustos y a partir de ahí, darle la mejor forma para los sentidos del mundo.

Es la actitud lo que define una marca, y su ausencia lo que señala que sólo se trata de un producto, del mismo modo que Pinocho, sin la vida de su creador, es sólo un trozo de madera.

Porque no se trata de definir solamente quién eres, sino de construirlo.

1 Comment
  • Pingback:Se una marca, no una pegatina - Veintemillas
    Posted at 17:20h, 27 mayo Responder

    […] con todos sus puntos de consistencia. No decimos “logotipo”, no decimos “etiqueta”. Decimos MARCAS creadas con un objetivo claro: impulsar tu negocio y sus productos, darles relevancia. A eso nos […]

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