Marcas, vino y AMOR

Después de unos cuantos años dedicados a la creación de productos y marcas para vino y gastronomía, hemos tenido una revelación que queremos compartir con vosotros. La principal diferencia entre un producto y una marca es solamente una: el AMOR. Así, bien grande. A-M-O-R.

Y ojo, que nos conocemos y nos hacemos a la idea de lo que estáis pensando “yo cree un producto con mucho amor y me fue genial”. Vamos a por el matiz, porque un producto trabajado con AMOR puede convertirse en una gran marca, como hay cientos de ejemplos en el sector del vino, donde productos ya son toda una referencia y son una marca en sí misma. Nadie puede pensar que Moët Chandon es “sólo” un producto, o que un Vega Sicilia es “sólo” un vino. En el caso contrario, una marca puede convertirse en un producto si se le deja de cuidar y mimar cada día (como en una relación, vamos). Para que sepáis a qué nos referimos con esto, os invitamos a leer este artículo de nuestro blog.

Y es que en la intencionalidad está la madre del cordero. ¿Qué tipo de proyecto queremos tener? Un producto suele crearse con la idea de obtener rédito, principalmente económico, en un plazo de tiempo corto o medio, con estrategias comerciales más agresivas, basadas en muchas ocasiones en precio y muy poco Marketing, y que tras un tiempo dejan al producto debilitado. Un producto suele tener una curva de beneficio pronunciada al principio, pero con una rápida caída. Estrujar la naranja hasta dejarla seca y el limón hasta que no le quede ni el color. Pensad en el símil que queráis, estamos seguros de que nos estáis entendiendo. Y ojo, no lo criticamos, y en dependencia de nuestra intención empresarial es completamente lícito generar un producto e incluso, recomendable.

Una marca sin embargo tiene un proceso de creación que, aunque coincide en ciertos puntos con un producto, tiene también importantes diferencias. Por supuesto que una marca debe dar rédito económico, pero su curva de rentabilidad suele tardar más en alcanzar un pico interesante, pero suele tener una línea estable durante más tiempo. Una marca está pensada para enamorar, y algo que enamore se tiene que hacer precisamente con… Pues eso. Con amor.

En Veintemillas, a la hora de desarrollar una marca, tenemos en cuenta el concepto del AMOR, y todas las marcas con las que trabajamos las desarrollamos siguiendo los mismos pasos que en una relación afectiva.

  • Fase 1- “Vamos a conocernos”

    Dos amigos pasean por la feria en la noche de San Juan. Un roce, un amago y sin darse cuenta pasan de ser amigos a “algo más”. A los dos días vuelven a quedar y OH!, empieza nuestro noviazgo. ¡Exploremos el mundo!

    En esta primera fase toca conocerse. Hacerse preguntas y responderlas ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre? ¿Eres más de Reagge o de Heavy Metal?. En un entorno de marcas, conocer el escenario donde se moverá la marca y su competencia es fundamental. Conocer sus intermediarios, proveedores… Entrevistar a los amigos, familia y conocidos, espiar un poco a las exparejas para ver en qué destacaban… Aprender del entorno para armarse y enamorar.

  • Fase 2 – Let’s make LOVE

    Por fin esa gran noche. El amor está en el aire, Barry White en el equipo de música y las velas en la mesita.

    Después de conocernos bien durante un tiempo queremos una criatura. En el proceso de marcas lo mejor es que, como en esa película, podemos escoger su ADN. Por supuesto, basándonos en lo que hemos aprendido en la primera fase. ¿Cuál será el carácter de la marca? ¿Qué actitud tendrá frente al mercado y sus consumidores? Podemos buscar la diferenciación y hacer grandes esas diferencias. Ponerlas en claro.

  • Fase 3 – La gestación

    De nuevo la posibilidad frente a nuestras manos. Toca darle el aspecto “físico” a la marca. Las dos fases anteriores nos han dejado muy claro dónde vivirá y cómo será. Realicemos su imagen visual. Logotipo, manual de marca…¿cómo se comunicará con su entorno? ¿En qué forma? ¿Traje de noche o mejor algo cómodo? Establezcamos sus pautas para asegurarnos de que sea una marca fuerte, sana y bien hermosa.

  • Fase 4 – El plácido parto.

    Después del periodo de gestación, nuestra pequeña marca ve por fin la luz. Tocan las presentaciones. La puesta de largo, las notas de prensa a los medios, el bautizo, las peladillas y empezar a producir todos los soportes de la marca que sean necesarios. Hay que dar a conocer todo en lo que hemos trabajado y poner a andar a la marca. ¡Está preparada para asombrar al mundo!

  • Fase 5 – ¿Qué tal la niña?

    Nuestra marca lleva un tiempo en el mundo, se relaciona, es feliz y… ¿va con la gente adecuada? Debemos repasar el Brand Book, los objetivos de investigación y todos los datos referentes al “Target” y el “Target deseado”. ¿Va la cosa bien o se ha torcido en algo a lo largo de su camino? Repasemos lo realizado, quizás cometimos algún error en nuestra educación, pero por suerte puede corregirse. Todo para que nuestra pequeña siga creciendo con buen pie y, como los hijos, nos den más alegrías que tristezas.

Este es por supuesto, el personal proceso que seguimos en Veintemillas a la hora de enfrentarnos a la creación de una marca. Cada estudio y agencia tiene el suyo propio, pero a nosotros la verdad, nos gusta hacer las cosas con AMOR. En nuestra experiencia, todo sale sin duda mejor.

¡Pasad buena semana!

3 Comments

Post A Comment