Cuando el proceso de marca no es amable

Cuando el proceso de marca no es amable

Vamos a imaginar algo. Por un momento.

Vendes lejía. Sé que no. No creo que haya un solo lector de ese sector por aquí.

Pero imagina. Lejía, papel higiénico… O para el caso que nos ocupa y del que vamos a hablar. Carne o productos derivados de un animal.

Es más sencillo vender lo sexy. Es más sencillo tener un discurso de marca para Savage Fenty que para la braga-faja de color carne del mercadillo.  El sector vitivinícola tiene ventaja ahí, igual que un restaurante., pero ¿cómo encontramos un discurso de negocio que sea respetuoso y sexy cuando hablamos por ejemplo, de la creación de marcas en la industria cárnica? 

¿Una vaquita que le dan ganas de comerse mientras la cortan viva? Preciosa gráfica, pero chungo discurso.

Los modelos de negocio deben ser transparentes con sus procesos. La famosa “promesa de marca”. Muchas veces vivimos de espalda a aquello que nos incomoda, y cuando nos lo ponen en la cara, nos cuesta interiorizarlo. 

Todo un reto.

Y será un reto porque la base es la muerte de un animal, y aunque podamos ser más o menos sensibles a ese tema, nunca es sexy y obviamente, ningún discurso de marca puede ser creado sobre esa base. 

Y es obvio que la solución no pasa por aplicar políticas como las del tabaco, donde colocar bien grande en un filete de ternera “UN ANIMAL MURIÓ PARA QUE TÚ COMAS ESTA CARNE” (que oye, todo se andará…). Tampoco pasa por hacernos todos brahmanistas e irnos a una comunidad Hippy. No.

¿Ideas?

  • Especializar un discurso como un proceso natural y trabajar por certificaciones ecológicas y de bienestar animal o compensación de la huella de carbono en los procesos de producción.
  • Centrar el discurso en las cualidades nutritivas de la carne, sobre todo para determinadas edades o patologías.
  • La promoción y recuperación de espacios rurales o limpieza de montes a través de un tipo de ganadería sostenible y de nuevo, volvemos al discurso del respeto por el medio ambiente.

El planteamiento debe ser el cambio de enfoque de esas empresas. En ocasiones ha habido empresas que, con el foco puesto en su propio sector, aportaban como diferencial de negocio, un sistema de sacrificio completamente indoloro para el animal, cosa que no puede ser cierta (no pasemos por alto el estrés previo al sacrificio que sienten las pobres bestias), o un sistema de control de seguridad alimentaria e higiene de su planta sin mácula.

No. Eso es un proceso, no un mensaje para el consumidor. La actual sociedad quiere satisfacer sus apetitos sin sentirse culpable. Cada vez con más facilidad giramos la cabeza al ver una imagen violenta en la televisión, imagina un claim de venta que diga “animales sacrificados sin dolor”.  No lo veo…

Una comunicación que esté ligada a un modelo de negocio con un planteamiento de cambio, de evolución y adaptación a una sociedad cada vez más sensible.

Un buen ejemplo de esto es Casa Grande de Xanceda, una empresa que trata de no separar a crías y madres hasta que las primeras ya están bien crecidas, un respeto absoluto y continuado por el entorno y un cuidado extremo de su ganado. Un proceso ecológico que tiene en cuenta múltiples factores y que permite articular un discurso de marca coherente con un modelo de negocio. 

¿Otro ejemplo? la empresa Carnísima, con un discurso de marca centrado en los procesos de sostenibilidad y ecológicos.

Y sí, por supuesto, hablamos de una marca pequeña, ¿pero qué sucede cuando hablamos de empresas de mayor tamaño donde la mecanización a gran escala es imprescindible? 

El trabajo es aún mayor. La inversión sin duda también. Procesos de bienestar animal más allá de lo básico exigido por la ley, cuidado del ganado y la producción de la carne por encima de todo para lograr empatizar con un público que, aunque quiere comer carne, no quiere sentirse mal por ello.

El debate de siempre.

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